miércoles, 13 de enero de 2010






"Comunicamos... sin saber comunicar"


La paradoja de la Comunicación


Empezaré a escribir este artículo, después de meses que me ofrecí hacerlo… quizás la famosa pereza me ganó, quizás el no saber que plasmar me limito, o simplemente mi foco de atención estaba concentrado en detallar sobre experiencias de amor, más que en la comunicación.

¿Comunicación?. Me pregunto a mi misma, podré trasmitir la idea de como rescatar aquellos ingredientes o niveles, que desconocía hace aproximadamente 7 meses atrás y que gracias a un docente, que escarbo sobre el tema, dejo un eslabón de reflexión en mi ser universitario; sin duda la comunicación es un tema muy mencionado y discutido -¡por dios, es difícil no comunicar!- sin embargo, entrelazar, relacionar o unir la comunicación con la psicología es algo que pocos se atreven hacer y sobre todo que pocos se atreven a enseñar (¿quizás aun no nos queda muy en claro o quizás sea la falta de oportunidad para trasmitir esto?); siendo esto tan básico y fundamental en la carrera.


Tras esto se deslizan varios mitos, como: si estudias psicología mínimo sabrás comunicar, o claro esto nos enseñan en el curso de “entrevista psicológica” ¿verdad?, y más aún, que más da, esto te enseña la práctica pre-universitaria y post-universitaria, al fin de cuentas aprenderás - ¡ya verás! Permítanme soltar unas carcajadas, es acaso un pensamiento poco acorde con la gran era de la globalización y todo ese rollo del avance psicológico, que ni siquiera podamos tener dentro de nuestra currícula por lo menos un curso que más que hablar, se nos enseñe profundamente sobre la importancia de los “ingredientes de la Comunicación” -algo que detallaré más adelante- pues imagino, que aun no es tan relevante como el curso de “análisis experimental”, donde empezamos a manipular a estos seres de laboratorio (ratitas, palomas, etc.) a que realicen conductas (claro!!!, enseñar algo casi caducado en la psicología, es importante!!!) y más aun llevar el curso de “Psicoterapia Cognitivo-Conductual” (que para muchos, es algo innecesario), aquí, ya no manipularemos a los famosos seres de laboratorio que paseamos en jaulas por mi universidad, sintiéndonos casi Skinner, ahora ya avanzamos!!!, pues nos toca manipular, reforzar, restringir a seres humanos con alguna disfunción o trastorno; y claro puedo, sonar un poco desafiante con esta corriente, que para algunos es indispensable utilizarla; sin embargo, no tengo más que agradecerle que sus aportes a la psicología, y los 8 meses que llegue a conocer sobre sus postulados, que como lo habrán notado no van acorde conmigo –espero se respete mi opción-. Como es casi costumbre en mí, termino alejándome del tema por plasmar, dejando botar un poco mi acción crítica por otras cosas en este caso el curso en particular, en fin volveré, a la misma línea en que empecé…

Dentro del marco de la psicología y la psicoterapia, el individuo(s) va asumiendo un rol dentro del cual se produce un constante interjugo de procesos comunicacionales entre las partes interactuantes, motivados por sus propias realidades; donde sin duda la pragmática (que estudia el efecto que los mensajes producen en las personas al interior de un contexto específico) juega un papel fundamental; pero para entender su utilidad práctica nos tenemos que referir, entonces y antes que nada, a la definición de lo que es “comunicación”: definida como la vía regia para la interacción, la convivencia y el trabajo en equipo entre seres humanos. Está constituida por el código verbal o digital (escrito, hablado o cifrado) que es casi el 8% de la comunicación que aprendemos usualmente en los cinco años y medio en la universidad, con esos dos o tres cursos donde nos enseñan a colocar la tilde de manera adecuada, donde aprendemos perfectamente a tener una buena ortografía y como entrelazar y encontrar el sujeto y el verbo en una oración, y claro, como olvidarme del famoso “pero” que significa: la negación de todo lo anteriormente dicho; el segundo código es el analógico o no verbal (constituido por el lenguaje cinestésico, el paralingüístico y el proxémico), que son algunos de los ingredientes que tiene la comunicación y hacia donde me quiero enfocar, pues sin duda estos abarcan el 92% restante, que no es enseñada ni impartida en la universidad y a la cual yo me refería con el mito tres, el que decía –que esto lo aprenderás en las prácticas pre-universitarias o post-universitarias- claro como si no pudiéramos llevarlo en curso donde por lo menos se nos imparta lo básico; y luego como si fuera poco se nos exigen y martirizan que las entrevistas psicológicas deben estar, por si no es poco a un 100%, si del cual un 8% se nos enseño, ¿acaso suena lógico?, o es una simple payada psicológica, quizás y ni me di cuenta.


Y para no pasar desapercibido quedan estos ingrediente como: “el escuchar” tan indispensable como el “decodificar” (que es traducir, lo que realmente quiere trasmitir en el mensaje) y por ultimo, pero no menos importante el “Dar a entender” (que no es más, que darnos cuenta de lo que en verdad queremos trasmitir), esto que están importante desde mi óptica universitaria, me es casi ineludible expresar mi malestar, del porque, no colocar un curso que en otras universidades han logrado sumergirlas en sus currículas, o es, ¿que nos toca aprender afuera? o ¿quizás no están importante, como yo lo considero?, tal vez, esto sea para debatir –sin duda, queda abierto- . Ahora bien, no quiero dejar de mencionar “el contexto”, que definiéndolo es como el marco en el cual la conducta y los mensajes verbales y no verbales se hacen significativos; así como el significado de una oración tiene que ser considerado dentro del texto en el que está constituida, el interjugo comunicacional debe entenderse dentro de su contexto. Entonces, cada vez, que comunicamos o intentamos comunicar, se ponen en juego estos niveles o ingredientes de la comunicación, mezclándose o combinándose de maneras absolutamente increíbles y produciendo efectos totalmente distintos en función de la persona, el mensaje o el contexto, en que mensaje y persona se hallan atrapados.

Por ello, considero que la comunicación constituye un elemento esencial de la interacción, a la cual, debemos ponerle mucha atención, exigencia académica y un interés profundo por conocer las modalidades comunicaciones que se desprenden de estos ingredientes, que sin duda ayudarán a una mejora en relación a paciente – psicólogo o paciente – terapeuta.
No quiero terminar, sin antes, dar las gracias a mi docente, el Psicólogo y Terapeuta Familiar Jorge Solari Canaval, que sin sus aportes, separatas y reflexiones, no hubiera podido escribir este artículo, que desde mi experiencia como alumna, significa mucho. Gracias!!!

Melissa Ludeña Castro

Respuesta al artículo de Abrahan


Querido amigo bam - bam, quisiera comenzar saludando ese gran sentido de libertad con que sueles escribir, a lo que yo llamaría particularmente autenticidad; así mismo, manifestar mi gran cariño por Puno y por la calidad de gente que llegue a conocer en aquel tiempo de voluntariado, que sin duda se quedaron clavados en mi corazón. Gracias por ello!!!

Ahora bien, al leer tus escritos, me surge un sentir, no tan grato, como si te estuviera viendo, quejándote y con unas ganas quemar todos esos malditos papeles (exámenes), que sin duda han marcado tu vida universitaria (no tan grata, como hubieras querido o me equivoco?), pues bien, estos exámenes que sin duda tiene un ingrediente indispensable para el alumnado y para el docente, es la famosa “nota”, y al colocar esta palabra, recuerdo el jolgorio con el que vives si te sacaste más de 17, pues hoy por hoy, un 16 significaría “no una excelente calificación” y por ello “no un excelente alumno” (así he llegado a pensar), y es que suelo ver esos rostros decaídos y frustrados por no haber alcanzado la máxima nota (si al fin de cuentas, estudiaron); y mas me indigna ver esos rostros de menores, donde la calificación de la profesora y el reforzador de los padres familia, comienza a marcar en sus vidas, “indiscutiblemente como una etiquetación”, (que para mí, no es la mejor manera de calificar), colocar con rojo una calificación menor a 10, es casi, por no decir en totalidad, un horror a nivel de la docencia académica, donde el propósito es comenzar a distinguir de los buenos alumnos (los que tienen excelentes notas) de los no tan buenos alumnos (bajas notas) y no comenzar a ver de lo excelente que puede ser en tal habilidad, de la actitud y aptitud que tiene en tal asignatura, de que quizás aprenda el alumno de tal manera (visual, auditiva, práctica, etc.), de cuan inteligente es para tal cosa o para otra y sobretodo de cuan Ser Humano se está formando, ¿acaso eso calificamos?, o nos concentramos en los cursos de matemáticas y literatura – “básicos” pero ¿indispensables?; por ello, y quizás muy lejos de la realidad me situé, y es que ¿algún día podremos cambiar esta educación acostumbrista?, donde la educación para estos menores, valla en otra línea, donde ellos terminen ganando, y sobretodo aprendiendo, donde los valores sean los pilares verdaderamente; donde la calificación sea un punto de partida para observar en que estas flaqueando y como encontrar una manera para superarlo, y no sea meramente un etiqueta del “buen alumno”…
Sin querer me fui desligando del rol que cumplía los exámenes en la universidad por el nivel meramente primario y secundario; regresaré a esta etapa de la educación superior, aquí los exámenes ya aparecen como una forma común y acostumbrada de mostrar lo que aprendiste o no aprendiste durante tu ciclo o semestre académico, ¿cuan cierto es esto?, y volveré al mismo indicador, la dichosa “nota”, que vuelve a marcar ese tan han ansiado y a la vez alimentador del individualismo por ser el “mejor” en tu clase y quizás lo seas (no juzgaré ello); y es que me es casi imposible olvidar, cuando escucho decir a mis compañeros, ¿melissa cuanto te sacaste?, ¿tienes un 15?, mira yo: tengo 20, y es que acaso, ¿En algún momento se los pregunte?, o es que estamos tan acostumbrados a compararnos y a elevar ese poco sentido de común que tienen algunos para decir que la nota es el reflejo del alumno, algo tan primitivo, como enseñar a los niños con una sola metodología; pues así nos vamos convirtiendo, en famosos averiguadores de notas, que sin querer tienen un trasfondo, que no es más que: “Yo valgo más, por mi nota”, ¿Y porque juzgar ello?, si se nos viene impartiendo eso desde pequeños, o es posible desligarnos tan fácilmente esas lecciones del “buen alumno, por la mejor calificación”; quizás suene muy extremista, pero sin duda no me estoy alejando de la mera realidad actual.
Es así, que la idea de los exámenes, puede tener otro giro, donde no veamos a este, como algo aterrador, como un fin, como un marcador de cuanto puedes aprender días antes (en algunos casos), de cuan repasas o memorizas esos apuntes polvoreados de tus cuadernos, que solo abres a puertas de un examen; sin duda, yo apostaré a lo que bam iba apuntando, quizás algo muy soñador y difícil de palmar en nuestra sociedad; sin embargo, considero que podemos comenzar siendo referentes nosotros, donde nuestras opiniones comiencen a ser valoradas y más a un tomadas en cuenta, donde podamos sugerir y quizás comenzar actuar; donde el día de mañana, al comenzar un nuevo semestre o ciclo académico, puedas o podremos decir: ¡hey docente, en este periodo, podemos sustituir los exámenes, por sembrar semillas propias, por crear algo innovador, por que solo cambiemos y hagamos algo diferente; por que esto, nos ayude más que probar ¿Cuánto estudiaste?, por ¿Cuánto puedes hacer o crear?; para mí, me suena valido.
Y es así, que voy terminando, una opinión muy personal sobre los exámenes y las notas, que sin duda, para algunos sonará sacados de pelos, pero considero, que no es una parte alejada de la realidad.

Melissa Ludeña Castro